pt-Kuky

08-03-2019

Kuky era un macho belier, de dos meses de vida, cuando llegó a los brazos de Marina. Ella se instruyó todo lo que pudo a través de internet y algunos veterinarios de exóticos, pero en ese entonces, la información no era tan difundida como hoy en día, y hasta los especialistas se equivocaban a veces.

Kuky creció en una superficie lisa (piso flotante), y de pequeñito usó durante un tiempo arena de gato en su baño (recomendación de su veterinario en aquel entonces). Con el tiempo se fue adaptando su ambiente con pequeñas alfombras puesto que el piso se le hacía muy resbaloso; y la arena de gato fue reemplazada por una bandeja que mantenía una distancia entre los deshechos y sus patitas. Tenía pellet a disposición, verduras (hojas verdes) dos veces por semana y agua fresca día y noche.

Al cumplir 3 años comenzó a presentar problemas en sus ojos. Frente a los diferentes diagnósticos que recibía, le recetaban diferentes tipos de medicación (colirios), pero nunca mejoró su condición. Se le infectaban a menudo y tenía un lagrimeo constante que duró el resto de su vida.

Al cabo de 5 años, Kuky se notaba cansado, ya no jugaba como lo hacía antes, y cuando corría, se evidenciaba una leve dificultad para avanzar. Entonces su dueña decidió adoptar un "compañerito para él", Pelu.

Tuvieron "química" y socializaron fácilmente, ya que Pelu era un gazapo de 2 meses, mientras que Kuky estaba a punto de cumplir 6 años. Esta situación llevó Marina a investigar nuevamente sobre doctores especializados para poder sexar a Pelu antes de que fuera más grande. Posteriormente, cuando se supo que Pelu era hembra, ya estaba preñada, situación que los convertía a ambos en padres por primera vez.

Todo esto produjo gran estrés en Kuky, y comenzó a presentar una alopecia que el doctor, a través de un raspaje de pelo y piel, diagnosticó como "ácaros". Durante aproximadamente 2 meses, en un principio recibía baños cada tres días y luego una vez por semana con un champú especial y pipeta. Además recibió alimentación especial y se introdujo en su dieta heno y vitaminas.

Siguió pasando el tiempo y Kuky finalmente se adaptó a su nueva vida y compartía feliz con Pelu y dos de sus retoños.

Meses después, perdió finalmente la vista de uno de sus ojitos. Luego tuvo un enorme absceso en su cara que afortunadamente fue disuelto con medicamentos. Con el tiempo se hizo evidente que seguía envejeciendo, ya que caminaba más lento.

Un día, al llegar Marina del trabajo, vio que Kuky estaba atrapado debajo de una silla y en una posición que difícilmente podría salir. El doctor lo revisó inmediatamente y parecía estar todo normal, sin embargo, al día siguiente ya no pudo volver a juntar sus patitas traseras.

Ninguna radiografía mostraba lesiones en su columna, pero sí reflejaba una leve osteoporosis en sus extremidades. Se llegó a la conclusión de que todo, en conjunto, a lo largo de su vida había provocado estos problemas de salud, es decir, su deficiente alimentación, piso resbaladizo (que no permitió fortalecer sus músculos) y la arena de gato.

Dada la situación, Kuky se convirtió en un conejito senior con poca visión y discapacitado.

Lamentablemente pese a los grandes esfuerzos de Marina por lograr una mejoría en él, todo empeoraba. Presentó una otitis severa y una infección urinaria. Los antibióticos bajaban sus defensas, él ya no podía comer por sí solo sus cecotrofos.

Fueron meses muy dolorosos tanto para Marina como para Kuky, porque no existían lugares especializados en terapias o rehabilitación para conejos. Tuvieron que pasar varios meses antes de que se resignara a que Kuky ya no sería el conejito saltarín con quien ella jugaba cada vez que llegaba a casa.

"Han pasado dos años de la partida de Kuky, y en retrospectiva, me doy cuenta de que no fui lo suficientemente fuerte para ayudarlo. Ahora sé que hay que ser valiente y sacarlos adelante. Es muy fácil que un conejito dañe su columna, o sufra alguna otra lesión por cualquier motivo, y más que ponerse a llorar junto a él ¡hay que actuar!. La vida para ellos continúa, y podemos hacerla más fácil si además de seguir las indicaciones de los médicos, podemos improvisar o buscar los medios para que puedan salir adelante, y que mejor ayuda que la de aquellos que han pasado por situaciones extremas con sus conejitos y hoy pueden aportar con sus experiencias".