Historia de Bambi

15.07.2020

Bambi es un conejito enano que desde muy pequeño debió aprender a luchar por su vida. A los pocos meses de llegar al mundo, en 2017, su mamineja Naihomy le descubrió un puntito blanco en su ojo izquierdo. De inmediato lo llevó a un veterinario de exóticos, quienes comenzaron a realizarle distintos exámenes, cuyo resultado arrojó que lo que venía no sería nada fácil.

Una de las pruebas arrojó positivo a E cuniculi, parásito intestinal que se transmite de la madre a las crías o a través de la ingesta o inhalación de esporas secretadas a través de la orina de un conejo infectado. Por lo anterior, el médico le suministró antiparasitarios e informó a su humana que la enfermedad podría controlarse, pero también empeorar.

Lamentablemente, al cabo de un mes, el punto blanco inicial fue creciendo (uveítis), siguieron dándole medicamentos, así como también las visitas al veterinario eran cada dos semanas. Un día su ojo se llenó internamente de sangre, provocando la angustia de su mamineja al pensar que Bambi podría morir.

"Se le aplicaron inyecciones, medicamentos orales y a los días la sangre desapareció, pero lo demás no. Luego de dos meses, más o menos, se comenzó a ver una mejoría en su ojo", explicó. Pero la pesadilla no terminaba ahí, pues pronto lo mismo lo ocurrió en el derecho.

Esta vez se inició de manera más agresiva y fue avanzando mucho más rápido. Al mes, su ojo estaba en pésimas condiciones. El tratamiento antiparasitario funcionaba a veces, pero no era igual todo el tiempo. Afortunadamente, Bambi nunca dejó de comer ni beber, al contrario, parecía que sabía lo importante que era su buena alimentación.

Pasaron los meses y su veterinario afirmó a Naihomy que lo más probable era que perdiera su ojo, una noticia muy difícil de digerir pues esta mamineja aún guardaba las esperanzas de que se salvara.

"Yo no tenía trabajo, así que me mantenía haciendo favores, limpiando las casas de familiares, daba masajes a mis tías y primas, todo por Bambi", recuerda. Pero tampoco puede olvidar la fecha cuando vio a su conejito con su ojo medio cerrado, lleno de secreciones y aparentemente con mucho dolor.

De inmediato se comunicaron con una oftalmóloga de animales de Puerto Rico, quien le dio instrucciones al veterinario. Lo dejaron con gotas nuevas y más medicamentos, sin embargo, Bambi parecía muy cansado y dolorido.

Dos meses después Naihomy tomó la difícil decisión de que lo sometieran a una enucleación de su ojo. Incluso abrió una cuenta en una plataforma para recaudar dinero y con la ayuda de muchos aminejos consiguió rápidamente la plata para esta operación.

De esa manera, dos meses después, producto de las vacaciones, llegó el día de su cirugía; las horas más largas de su vida, esperando la llamada de que todo había salido bien. "Tenía a muchas personas del mundo conejil, apoyándome. Y personas que pasaron por la misma cirugía que Bambi me preparaban para el momento en que lo viera sin su ojito", relata Naihomy. Agrega que, cuando recibió la llamada tenía un miedo horrible, pero todo salió súper bien, fue todo un éxito, y "su luchador" había salido genial de la intervención.

Por supuesto, al verlo tras la operación sintió una alegría, pero también una tristeza muy grande por no tener su ojito. El área estaba muy inflamada, pero aun así e lanzó a los brazos de su mamineja en busca de contención y amor.

Los días de recuperación unieron mucho más a Bambi y Naihomy. Dormían juntos y ella despertaba durante toda la noche para ver que no se estuviera tocando la herida, por lo mismo tuvo una recuperación muy favorable.

Actualmente, este conejito enano tiene tres años, goza de una muy buena salud y tiene muchísima energía para seguir entregando. "Es bien activo, súper travieso, pero lleno de amor y se ha acoplado bastante rápido a su nueva vida", finaliza.

Naihomy aprovechó de enviar un lindo mensaje a nuestra fundación y desde ya, le agradecemos también por su hermosa historia.

"Quiero darles las gracias por darme la oportunidad de contar la historia de Bambi. Quiero dejarles saber que estos animalitos tan pequeños y tan especiales son unos guerreros, nos enseñan a que en la vida hay que luchar, que por más frágiles que nos veamos somos capaces de vivir con cualquier impedimento, con cualquier adversidad".