Al igual que las personas, los conejos enfermos también se agotan, se sienten mal, se ponen de mal humor, no toleran los ruidos fuertes, se estresan con facilidad y se frustran por no ser capaces de realizar cosas que antes sí podían. Si no los ayudamos con su higiene se sienten sucios,  sus músculos y huesos se atrofian por falta de movimiento y, a veces, aunque hagamos todo, debemos tratar de entender lo que expresan. Aprender a conocer a tu conejo y crear un vínculo con él, te ayudará a comprenderlo y saber cuándo necesita de alguna terapia, masaje o simplemente compañía.