Historia de Judith

20.01.2021

Juguetón, feliz, activo y a veces gruñón, es como sus papinejos describen a Sparky. Un conejito argentino que un día amaneció decaído y triste, por lo cual de inmediato fue llevado a un veterinario especialista. En la consulta se dieron cuenta que Sparky no era un macho, sino una bella hembra, la cual empezó a tener problemas en su mamá a los tres años. Luego de la gran sorpresa, sus papinejos decidieron bautizar como Judith quien fue una heroína hebrea, cualidad que también describe a esta valiente conejita.

Al cabo de los días, la pequeña mejoró bastante. Volvió a dar brincos de felicidad y estar activa desde un principio, hasta que el 20 de agosto de 2020, se percataron que la patita trasera izquierda estaba bastante hinchada. Nuevamente, de forma inmediata fue llevada al veterinario, lamentablemente la noticia que recibió su familia no era muy alentadora... Judith sufría de artrosis a sus 5 años.

"Fue un baldazo de agua fría tanto para mí como para su papinejo y familia. Se le empezó a meter la patita para atrás, se la aplastaba con la pancita y yo lloré mucho. Ya no sabía qué hacer por ella, porque se le aplanó la patita por la misma artrosis, aparte que la aplastaba con su cuerpo. Judith jamás se rendía, incluso ese día que me puse triste me miró con sus hermosos ojitos como dándome a entender: "MAMI YO ESTOY BIEN, SOY FUERTE PORQUE TÚ ME HACES FUERTE CADA DÍA".

Debido a esto, Judith comenzó a tener laceraciones en su patita, llevó un tratamiento adecuado y controlado para poder reducir las molestias. Su familia la cuidaba mañana, tarde, noche y madrugada. Fue necesario el uso de un pañal para evitar la infección de la herida.

Al poco tiempo, ya no solo la patita trasera estaba afectada, también se vio comprometida la patita derecha delantera. Sus papinejos le adaptaron a Judith una silla de ruedas para que pudiera ser un poco más independiente, sin embargo, comenzó a perder estabilidad y hasta la visión del ojo derecho.

Judith y su familia lucharon por salir adelante, tristemente, su luz se extinguió en los brazos de su mamineja. Dejando un profundo vacío en el corazón de su familia, quienes jamás se rindieron ni escatimaron en gastos para darle la mejor atención y tratamientos posibles.

Hoy, Judith ya no está entre nosotros, pero nos deja su historia de amor y lucha incondicional, así como la importancia de una buena atención veterinaria de un especialista y el apoyo de su familia humana. Ahora, Judith se encuentra en el arcoíris, brincando y jugando como ella disfrutaba, sin dolor y sin ningún impedimento.