Historia de Pepa

03.06.2021

Pepa Oñejas, Oñy como le dice su mamineja, llego a casa en octubre del 2020 en plena pandemia en Argentina. La pobre había sido abandonada en un terreno baldío siendo ya una conejita adulta, y sin dudarlo Gisela y Pablo decidieron adoptarla.

Todo iba de maravilla, hasta que una mañana Oñy se escapó y un auto la chocó dejándola sin poder mover sus patitas traseras. De inmediato fue llevada al veterinario, y las radiografías mostraron que tenía un desplazamiento de vértebras, que no tenía cura y la opinión del médico fue sacrificar a Oñy pero al ver tan destrozada a Gisela, el doctor cambió de opinión y dijo que podían esperar a ver como evolucionaba Oñy, por lo tanto le mandaron un tratamiento por dos semanas. Tiempo en el que Oñy era cuidada día y noche por su mamineja, para evitar se fuera a lastimar, se rozara con su orina, cambiándole sabanas y toallas porque tenía incontinencia y hacía pis continuamente. Incluso le compraron toallas de bebé, pañales, trapos de todo tipo, toallas, gasas, hasta que después de un par de semanas la pequeña fue capaz de controlar sus esfínteres y solo había que estimularla para que hiciera pis dos veces al día.

Durante el cuidado de Oñy, Gisela encontró a conejitos discapacitados, quienes le brindaron información y consejo de ayuda para cuidar de su pequeña, incluso gracias a esa ayuda, Gisela pudo a su vez ayudar a Sam, una conejita que tenía un padecimiento similar al de su pequeña, sin embargo, Sam falleció. Pero el grupo ayudó a que Oñy pudiera ser llevada a otro veterinario que le brindara más atención y cuando acudieron a verlo y se le hizo una revisión, el medico dijo que esta conejita tenía muchas ganas de vivir. Por lo que empezó con tratamiento kinesiológico, rehabilitación en casa, a caminar con una toalla, etc. Ayudando así a que poco a poco recuperara la movilidad, tal vez no para caminar sola, pero si para poder moverse más. El daño fue intermedio. Así que ahora le van a construir una sillita con ruedas así ella puede correr por el patio sin tener que arrastrarse o que sus papinejos tengan que caminar con la toalla que le sostiene de la panza y le ayuda a caminar.

Actualmente es una conejita feliz, que ama estar en su lugar en el jardín, comiendo pasto, hojas y heno caserito. Además su hermano perro le hace compañía siempre y hace un mes adoptaron a un nuevo hermano para Oñy quien es inmensamente amada.