Historia de Mosho
"Mosho" llegó a la vida de Mavy un 14 de julio de 2012 como regalo por su cumpleaños. Era muy pequeño y estaba en una canastita con un globito amarrado que decía "soy niña", por lo que su primer nombre fue "Xóchitl".
Con el paso de los meses esta mamineja, oriunda de Ciudad de México, se dio cuenta de que en realidad no podía llamarse "Xóchitl", pues resultó que era conejo. De ahí en adelante comenzó a ser "Mosho". Un año después se sumó "Kimo" a la familia, un gazapito malhumorado que sería su fiel compañero de aventuras, ambos criados libres de jaulas.
A finales de 2016 Mavy comenzó a notar que la patita trasera del lado derecho de Mosho no le respondía del todo. Empezó a tener dificultades para mantenerse en equilibrio y apoyarse en sus dos extremidades posteriores, lo que complicaba, entre otras cosas, que hiciera sus necesidades adecuadamente.
"Lo llevé con el veterinario. Hicieron radiografías y resultó con un problema en su columna, para lo que le prescribieron medicamentos y también me sugirieron que lo llevara a terapia de rehabilitación", relata la joven. Agrega que el tratamiento incluía acupuntura y terapia física, pero, aunque el lugar sólo recibía perros y gatos igual les brindaron atención.
Desafortunadamente, ésta no estaba funcionando y a poco menos de un año, Mosho pasó de pesar 4.5 kg a 3 kg. Para 2017 no estaba recuperándose y ya caminaba sólo con sus patitas delanteras. Los doctores no sabían el motivo por el cual había surgido el problema; pudo ser una mala caída, el impacto de subir y bajar de la cama (y sobrepeso), predisposición genética, etc.
Por otra parte, una cirugía era muy riesgosa por su edad, así es que la indicación era seguir buscando alternativas para que Mosho tuviera una mejor calidad de vida, ahora con su nueva condición irreversible y nuevas necesidades. La noticia que seguía quebró por completo a Mavy: su querido conejito no volvería a caminar, pero ella no estaba dispuesta a darse por vencida.
Buscando alternativas
En los meses siguientes, la mamineja de Mosho formó un equipo con veterinarios y comenzó a buscar información en internet. En esos años había poca, pero la que encontró la ayudó a continuar.
"En 2018 conocí al equipo de @_Carcan_ una empresa que se dedica a hacer sillas de ruedas para perritos y gatitos. Pronto Mosho tuvo su andadera e iniciamos con hidroterapia y electro estimulación. Esta última nos funcionó perfecto para ejercitar sus patitas, me enseñaron a darle la terapia en casa, pues tendría que hacerse de por vida", explica la joven.
Agrega que el reto más grande fue que permaneciera seco al hacer sus necesidades, pues se enfrentó a las heridas por quemadura de pipí o que el mismo se provocaba debido a la picazón que sentía.
La astucia de esta dedicada mamineja la llevó a buscar opciones y la que mejor funcionó fue la de realizar con sabanillas de entrenamiento para perros y un pañal de humano, un súper pañal absorbente, que pronto le cambió la vida a Mosho.
Lo mismo ocurrió con los cecotrofos, y que debido a su condición no siempre se forman los "racimos" como de uva ni puede comerlos por sí mismo, sino que se presentan como una "gran popó blanda". "Afortunadamente sólo le pasa en las mañanas, así que parte de la rutina diaria incluye lavarlo con su shampoo especial, lo seco muy bien y finalizo poniendo una pequeña capa de pomada (sulfadiazina de plata) en donde veo irritación", nos explica.
En tanto, en marzo le detectaron un tumor en un testículo, pero felizmente se lo extirparon y no ha habido mayores complicaciones. Actualmente, Mosho pesa 3,4 kg y está por cumplir ocho años.
"Me siento muy afortunada de tener el apoyo de excelentes veterinarios que nos han acompañado en este proceso. Su temperamento me ha facilitado poder brindarle lo que necesita. Es un conejito valiente, muy noble, consentido y con muchas ganas de vivir. Ama sus pastillas de suplemento alimenticio como si fueran caramelos, con excepción de la vitamina E, que detesta. Disfruta recostarse en la cama todas las noches con sus papinejos. Ama las manzanas y el perejil", nos cuenta contenta y orgullosa Mavy.
Si bien reconoce que tener un conejito discapacitado representa una gran responsabilidad por los gastos económicos, ceder en gran parte de tu tiempo a sus necesidades, adaptar la vida, espacios, casa, llevarlos de vacaciones, desvelarse por las noches, lavar pañales, dar medicinas, etc., todo vale la pena cuando notas en él esas ganas de luchar.
"Cuando te demuestra que es capaz de adaptarse a su nueva condición sin importar lo dura que sea; que la actitud es lo que cuenta y cuando a cambio te da unos ricos besos o cuando exige más mimos. No hay palabras que puedan describir la lección de vida que me ha dado todos los días y la gran satisfacción de vencer las complicaciones juntos como familia que somos. Sin miedo me atrevo a decir que es el mejor regalo de cumpleaños que he tenido", destaca.
Mavy quiso enviar su reconocimiento para el equipo de Conejitos Discapacitados desde México y nosotr@s le enviamos también nuestro cariño a ella y a su hermoso Mosho.
"Mi reconocimiento al equipo de conejitos discapacitados por generar esta comunidad tan hermosa de orejones con diferente forma de vivir".